miércoles, 4 de septiembre de 2013

Teoría Antártica del Poblamiento de América
Reconoce el origen asiático de los americanos, pero postula que pudieron pasar desde Australia a la Antártica, gracias a una regresión glacial, que permitió su sobrevivencia en ese continente, y de allí a América poblándola de sur a norte.

El poblamiento de América se desarrolló durante el período que la geología a llamado Cuaternario.
Geológicamente, este período se divide en: Plesitoceno y Holoceno. Al Pleistoceno se le denomina la edad de las glaciaciones, con una duración de aproximadamente 3 millones de años; y al Holoceno o Reciente, porque en él vivimos, el período postglacial, a la que los geólogos dan comienzo hace 10.000 años.
Las glaciaciones fueron fenómenos climáticos que modificaron profundamente el relieve continental y los sucesivos cambios del nivel del mar. Para comprender mejor esto los glaciares son masas de hielo que desde la región de las nieves eternas, donde se origina, desciende a niveles inferiores en virtud de un paulatino deslizamiento, formando un verdadero “río de hielo” que se adapta a la mayor parte del terreno por donde se desliza. La progresión de la lengua del glaciar continúa hasta llegar a zonas de mayor temperatura donde lentamente va fundiéndose formando la cabecera de un río o un lago.
La llegada de grupos humanos al continente americano se calcula hace 30.000 o 40.000 años, edad propuesta en base a numerosos hallazgos en la región noroccidental del continente (Estrecho de Bering, Alaska, Canadá y Estados Unidos) que, además, ratifican a Asia como la región de origen de estos pobladores.
Una aproximación cronológica para ubicar en el tiempo el poblamiento del continente americano, son los siguientes hallazgos,: huesos de mamuts enanos que parecen fueron quemados en un fogón, encontrados en la Isla de Santa Rosa frente a las costas del sur de California, datan de 29.000 años (C14). Una tibia de caribú convertida en raspador, encontrada en el territorio del Yukón, Canadá, con una edad de 27.000 años (C14). Un cráneo encontrado en la ciudad de Los Angeles, fechado a través del método de los componentes proteínicos del hueso, con una antigüedad de 23.600 años. Una pelvis de bisonte cortada por un instrumento filoso, encontrada en el sitio American Falls en el estado de Idaho, presenta una fecha aproximada de 30.000 años. Sitios como Lewisville en Texas, dan fechas superiores a 38.000 años.
Estas fechas no son compartidas por muchos investigadores, argumentando la existencia poco confiable del contexto arqueológico, y plantean que los restos humanos más antiguos de Norteamérica, son los pertenecientes a la tradición de caza mayor de las praderas, fechados , por radiocarbono, entre 13.000 y 11.000 años.
Cuando estos grupos empezaron a penetrar hacia el sur, se abrió ante ellos un territorio nuevo, con clima, flora y fauna distinta y desconocidas, a cuya explotación tenían que habituarse.
Mantenían una cultura material reducida a lo más mínimo, pues había que desplazarse constantemente, en búsqueda del sustento, marchando tras las manadas que huyen de las acciones depredatorias y que suelen migrar con los cambios de estación o debido al clima cambiante.
Por su carácter mismo de nómada, la gente de entonces no llegó a levantar construcciones arquitectónicas. La vivienda dependía más de lo que ofrecía la naturaleza (por ejemplo, cuevas o abrigos rocosos) que de otra cosa.
En un artículo publicado por el Mercurio, se dice que en el pueblo Chinchorro, que habitó desde lo que hoy es Ilo (Perú) a Antofagasta, entre los años 6 mil y 2 mil Antes de Cristo, podrían estar las claves del poblamiento aborigen de nuestro país, según modelos paleomigratorios elaborados por el Programa de Genética Humana de la Universidad de Chile.
Científicos descifran datos genéticos conservados gracias a técnicas mortuorias desarrolladas por ese pueblo de pescadores y recolectores, que habito el norte chileno entre el 6 mil y el 2 mil antes de Cristo.
Rothhamer planteó que estos modelos son esenciales también para comprender el origen y la identidad de la población nacional, ya que los estudios revelan que el 40 % de los genes de un chileno promedio son indígenas, proporción que aumenta en los estratos socioeconómicos bajos (50 %) y disminuye en los altos (del 27 al 0 %).
En tanto, análisis de ADN mitocondrial -ubicado en el citoplasma celular, por lo que no se modifica por el aporte paterno- permiten plantear que el 80 % de los chilenos tiene por línea femenina antecesores indígenas.
Esto se realiza sobre la base de comparar las secuencias genéticas de restos humanos de hasta 7 mil años de antigüedad, cuyas muestras son facilitadas por el antropólogo Eugenio Aspillaga. El estudio se fundamenta en que mientras mayor es la concordancia, menor es la distancia genética; de una manera similar a como la lingüística determina el origen común y el surgimiento de los idiomas.
Basándose en el ADN mitocondrial, Rothhammer postula que una sola gran migración hacia América, iniciada hace unos 25 mil años, pobló nuestro continente cruzando desde lo que hoy es Asia a través del estrecho de Bering.
A diferencia del ADN del núcleo, el mitocondrial no modifica su composición con el aporte del padre, por lo que se mantiene inalterado a través de las generaciones. Debido a que existe una frecuencia única para toda América del Norte, Centro y Sur, no se puede hablar de genes diferentes.
En relación al poblamiento de Sudamérica, su modelo plantea que hubo una migración única al subcontinente iniciada hace unos 15 mil años. Desde el istmo de Panamá un grupo paleoindio se desplazó hacia el sur para asentarse en el Altiplano, mientras que otro se internó hacia la floresta tropical del este.
Cerca del 2 mil Antes de Cristo un grupo proto arawak se desplazó por el río Amazonas hasta la ceja de selva boliviana y subió al Altiplano para mezclarse con el grupo anterior en torno al lago Titicaca. De estas poblaciones, algunos grupos se desprendieron al Pacífico.

Esta mezcla de grupos paleoindios y proto arawak habría dado origen a la población andina que, a juicio de Rothhammer, es base en los aportes genéticos de los aborígenes chilenos.
TEORIAS DEL POBLAMIENTO DE AMÉRICA

Recopilado por: Marcelo Calderón Flores.